Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100424
Legislatura: 1901
Sesión: 6 de Diciembre de 1901
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 79, 1488-1490
Tema: Presupuestos generales del Estado para 1902

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta):Pensaba contestar con mucho gusto al señor Martín Sánchez, pero como me pareció que podía el debate concluir esta tarde, me reservaba para resumir y dar entonces al Sr. Martín Sánchez la debida contestación.

No tiene que agradecerme nada S. S. por haber acudido a su llamamiento.

Es un deber que procuro cumplir siempre, no sólo con S. S., sino con todos los Sres. Senadores; es un deber que considero ineludible. De manera que, mientras ocupaciones superiores (y pocas superiores a ésta puedo tener) me lo permitan, no he de faltar jamás al llamamiento de ningún Sr. Senador.

El Sr. Martín Sánchez empezó por acusar de inconsecuencia al Gobierno y al partido liberal en lo relativo a las economías, suponiendo que el partido liberal había pedido nada menos que 130 millones de economía sobre el presupuesto del partido conservador.

No recuerdo semejante cosa; es más, declaro a S. S. que si hubiera llegado a mi noticia, le hubiera puesto el debido correctivo. Jamás ha pedido el partido liberal 130 millones de economías. Lo que ha dicho es que era necesario reorganizar los servicios para después hacer las economías que resultaran de esta reorganización. Si nosotros hemos combatido a la Unión nacional porque pedía 100 millones de economías, ¿cómo habíamos nosotros de pedir 130? (El Sr. Martín Sánchez: Pues yo no lo he soñado.) Indudablemente lo ha soñado S. S. (El señor Conde de Esteban Collantes: Eso ya lo discutiremos cuando venga el debate político.) ¿Qué debate político? ¡Déjeme S. S. de debate político.! Lo que necesitamos son debates económicos y que se aprueben pronto los presupuestos. Si viene el debate político, no ha de ser por mi gusto, porque yo no quiero más debate que el de los presupuestos. Claro es que si viene lo he de aceptar, porque no tengo medios para impedirlo; pero mi deseo es que en 1º de Enero estén aprobados los presupuestos.

Dispénseme el Sr. Martín Sánchez que la interrupción del Sr. Conde de Esteban-Collantes me haya separado un poco del camino que llevaba en la contestación que con mucho gusto doy a S. S.

También ha incurrido el Sr. Martín Sánchez en un error al decir que el partido liberal se halla hoy en una situación política peor que la que encontró a su advenimiento al poder. A mí no me parece peor, sino mejor. Por de pronto, todos los ciudadanos pueden vivir dentro de la legalidad y en el completo goce de todos los derechos que concede la Constitución, mientras que antes una gran parte de la Nación vivía en estado excepcional. Me parece que algo significa esto.

¡Que los espíritus no están del todo tranquilos en [1488] España! No lo están mucho tampoco en otras partes. Hay bastantes problemas pendientes y de extraordinaria gravedad, aquí y en todas partes, y claro es que los Gobiernos necesitan atender con especial cuidado a todos ellos, como lo necesita también el Gobierno español. Este acude en lo que es posible, en lo que humanamente se puede remediar, pero en lo que no se puede evitar, el Gobierno español está pasando por los inconvenientes por que pasan los de otros países que se creen más fuertes, más seguros y mejor organizados.

Pero, en fin, aparte de esto que nada tiene que ver con el presupuesto de la Presidencia del Consejo de Ministros, voy a contestar con toda sinceridad al señor Martín Sánchez, sin entrar en el examen de dicho presupuesto, porque S. S. no lo ha combatido, y comprende que es difícil combatirlo, al menos en cuanto a la exorbitancia de sus gastos, porque es imposible presentar un presupuesto más modesto y más humilde. Yo hubiera propuesto de buena gana algún gasto más, pero como entiendo que al reorganizar los servicios debe procurarse la economía al mismo tiempo que la mejora, me ha parecido que la Presidencia del Consejo de Ministros debía dar ejemplo de vivir modesta y humildemente, para que todos los demás Departamentos hicieran lo mismo, y por eso no he querido aumentar gasto alguno. Por lo demás, ya sabe el Sr. Martín Sánchez, como cualquiera que sepa un poco lo que pasa en aquella Casa, que, como ha dicho el Sr. Conde de Esteban Collantes, el que ocupa este puesto se ve muy apurado para hacer gastos, aunque sean de absoluta necesidad, y apenas puede realizarlo; pero, así y todo, más quiero pasar, y que pase el que me reemplace, por esos apuros, que por que se diga que se gasta más de lo debido, y que no se vive con aquella modestia que el estado del país exige.

Pero vamos a lo principal, que me parece que ha sido el objeto del discurso del Sr. Martín Sánchez. ¿Por qué no se ha presentado la reorganización de los servicios como el partido liberal tenía prometido? Se lo voy a decir a S. S. con entera franqueza.

El partido liberal pensó, y piensa, entrar en la reorganización de los servicios, porque cree que todos ellos son susceptibles de mejora, y, al efecto, nombró una ponencia de Ministros, la cual determinó en líneas generales todos los proyectos de ley que creía necesarios para reorganizar la mayor parte de los servicios del Estado, pero nos encontramos con 18 ó 20 proyectos de ley necesarios para esa reorganización de todos los servicios en todos los ramos y en todos los Departamentos ministeriales; proyectos de ley todos que tenían mucha importancia, que merecían gran estudio y que habían de dar lugar a mucha discusión, no sólo por el interés que despierta cada uno, sino, muchos de ellos, por los intereses que hieren.

Era el pensamiento del Gobierno presentar esos proyectos de ley para que, una vez aprobados, sirvieran las cifras que arrojaban esas reformas o esa reorganización de los servicios, de base al presupuesto que hubiera de formar el partido liberal.

Pero para obra semejante no tenía tiempo bastante. El Gobierno se encontró con que, concluidas las imperiosas vacaciones y las faenas del campo, lo más pronto que podía reunir el Parlamento era cuando lo ha reunido, y cuando lo ha reunido tenía por delante dos meses y medio para discutir los presupuestos y las reformas. Lo lógico, lo natural, lo que hubiera correspondido al deseo del Gobierno, era presentar los proyectos de ley reorganizando todos los servicios del Estado, y luego el presupuesto consecuencia de las reformas aprobadas por las Cortes. Pero, en dos meses y medio ¿había tiempo para labor semejante?. Si el Gobierno se hubiera empeñado en presentar esos proyectos de ley, hubiese resultado que habría quedado en 1º de Enero, no sólo sin las reformas, sino lo que era peor, sin presupuesto, y como el presupuesto era una ley a plazo fijo que había de estar aprobado para el 1º de Enero, el Gobierno tuvo, con mucho sentimiento suyo, que cambiar el camino y tomar el inverso y presentar el presupuesto del partido conservador sólo con las modificaciones que habían llevado a él algunos decretos que han contribuido a reorganizar algunos servicios, y dejar la modificación del presupuesto para cuando se fueran aprobando los proyectos de ley de reorganización de los servicios, algunos de los cuales están presentados, otros están trazados en líneas generales, algunos sometidos a la aprobación de las Cortes, porque, como sabe el Sr. Martín Sánchez, en los Departamentos ministeriales ha de haber cierta correlación entre los diversos proyectos de cada uno; por ejemplo, según sea la organización del Municipio, así ha de ser la organización de la provincia y del Municipio, así ha de ser naturalmente la de los organismos centrales, hasta venir a parar al Consejo de Estado.

Pues todo eso está preparado, pero no se ha podido realizar, como hubiera sido lógico y conveniente discutiendo y aprobando, primero las reformas, y después el presupuesto, y por la falta de tiempo hemos tenido que invertir los términos, empezar por el presupuesto, para estar en 1º de Enero dentro de la Constitución, y después discutiremos los proyectos de ley de reorganización, haciendo entrar en el presupuesto aprobado las cifras que vayan resultando de la aprobación de esos proyectos de reorganización.

Me parece que no he podido ser más claro, por qué he dicho mi pensamiento y todo lo que ha pasado, y por qué el Gobierno ha tenido que variar el plan que tenía.

Ahora parece que hay quien duda de si el Gobierno, una vez aprobados los presupuestos, tendrá abiertas las Cortes. El Senado no ha tenido motivo ninguno para dudar de eso, porque yo he hecho ya una declaración solemne en la otra Cámara para resolver la cuestión famosa del catalanismo: he dicho que tendré abiertas las Cortes mientras fuera necesario, hasta dar por terminada esa cuestión, y claro es, que, estando abiertas las Cortes para ese objeto, lo han de estar también para todos los demás asuntos. Pero, además, yo me comprometo ante el Senado a tener las Cortes abiertas todo el tiempo que sea preciso, para ir dando vida, si no a todos los proyectos de ley reorganizando los servicios, que son muchos, por lo menos a aquéllos que son más urgentes y más necesarios.

Me parece que el Sr. Martín Sánchez debe darse por satisfecho con estas explicaciones, pero si tiene todavía alguna duda, o si la tiene el Senado, yo estoy dispuesto a dar toda clase de explicaciones [1489] que sean necesarias, porque lo que quiero es buscar la sinceridad, la franqueza, la claridad, y creo que, en lo que de mí ha dependido, no he podido ser, ni más sincero, ni más franco, ni más claro. (Muy bien, muy bien.)



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